Alimentar la distancia

La distancia es el olvido parcial, el perdón selectivo y la romantización necesaria y excesiva de lo que dejaste atrás. 

La distancia es una verdad relativa, una medida juiciosa, y una realidad inconsciente. Es un boomerang defectuoso, una mentira tímida y una sombra que se alarga bajo el relieve de cumpleaños, enfermedades, muertes y nacimientos.

La distancia es para el emigrante una cadena invisible atada al cuello de su infancia. El cordón umbilical que nos une con la única patria posible. Una medida absoluta para contar las nostalgias.

Olvidar la distancia es fácil, hasta que la distancia quiere. Olvidar la ciudad, el hermano y el amor. El dolor y la alegría al otro lado de una existencia, forzada o elegida, que tira del anzuelo tensando el sedal del recuerdo.

Emigrar es abrazar la distancia, tragar futuro para no llorar presentes, sembrar colores en la memoria y regarlos y vestirlos para cuando nos visiten.

Cuando la distancia se obstina, dispara en días y kilómetros. El emigrante se esconde en trincheras telefónicas, se camufla entre fotografías y mensajes de whatsapp, repta por risas sinceras atrapadas en pantallas… Y la distancia lo encuentra.

Cuando la distancia te encuentra, te apuñala hasta la primera arena, abre heridas en tus nombres, riega de sal tus despedidas y te deja cicatrices en la cama. Mirándola cara a cara, la distancia es hermosa y concreta. 

De la distancia no se escapa, porque correr la alimenta. Ella guarda como rehenes hasta el último paso que diste. Recorrerla hacia atrás es doblar sus latidos. Emigrar es abrazarla, besar el cuerpo del ayer y el cadáver del mañana. 

Rehén es el barrio y la plaza, la escuela, el humo y las manos. Rehén es una foto en febrero, chantaje de caricias y papelillos. Rehén es perfume de libros, picor de playa y acordes, sabor del primer tren detenido para siempre. Rehén es la fecha.

La fecha se escribe en la distancia, la decora, la arma y la azuza. Febrero es pólvora. La fecha es pintura de guerra y la distancia la viste. El emigrante la abraza y es dos veces emigrante. Fuego de guitarras, iglesias y hospitales, ardiendo en la piel de un pasaporte. Combustión melancólica sobre la orilla. Festín de huellas para la distancia.

Deja un comentario

Diseña un sitio como este con WordPress.com
Comenzar
search previous next tag category expand menu location phone mail time cart zoom edit close